Tapachula, Chis. 07/05/2024 33.29oC

FESTIVAL DE MANGO

Escribe Carlos R.Sumuano

 

En un feliz sábado discurrí este 20 de abril en el parque Bicentenario de la ciudad de Tapachula, en el que se celebró el 2º. Festival del mango Ataúlfo. Todos los que seríamos parte de ese programa nos dimos cita a las diez allí, pero los organizadores y burócratas del municipio se presentaron muy tarde y todo empezó una hora y cinco minutos después.

El programa principal se dio en una larga carpa exprofeso y allí hablaron variados personajes de la agricultura y algunos políticos. Alguien con ciertas prisas dio por terminado el programa, y todo mundo se encaminó al resto de la feria. Francamente me sentí bastante “despistado”, pues creí que el programa total ya había terminado. Traté de seguir al contingente, pero en ese lapso, vi que alguien tomó un mango entre los muchos regados en el suelo de una de las  jardíneras; por ello creí que eran frutas para el público y me tomé la libertad de tomar una de esos mangos tan apetitosas y la introduje en mi portafolios, pero en ese instante como por arte de magia apareció en frente de mí un señorón cincuentón, empleado del municipio, quien muy celoso de su deber haciendo un ademán negativo con la diestra me indicó más o menos que “esos mangos eran nada más para impresionar”, por lo tanto tuve que devolver lo “robado”, dejando el sabroso mango en su mismo lugar.

De allí caminé entre el conglomerado de alegres personas y observé variados puestos y negocios vendiendo refrescos, jugos, golosinas, frituras y tamales de mango, prometiéndome, que en cuanto terminara un esperado programa literario, regresaría a comprar dichos tamales tan desconocidos a mi paladar. Allí bajo la sombra de la pérgola estaba el reguero de tantos mangos no sólo de ataúlfo sino de variadas clases de mango que se cosechan en nuestra región, y también otras frutas como el pan de palo, guanábana, guayaba... Se vieron puestos pletóricos de ropa y calzado típicos; en fin, resultaría un poco tedioso enumerar cada negocio en estas líneas.

Al fin, me decidí por buscar a mis camaradas de la literatura y los encontré al pie del kiosko bajo una carpa demasiado angosta para una velada literaria, la mitad de los presentes hicimos malabares para evitar los candentes rayos solares; no entiendo por qué los organizadores no se les ocurrió que tal velada siguiera en la carpa principal que estaba más larga, pues dicha carpa que nos tocó se necesitaba con otro tramo más que fuese propicip para hablar de prosa y poesía, refiriéndose al mango.

Todos los escritores nos esmeramos en nuestros trabajos artísticos, fueron cuentos y poemas de Armando Parra Lau, saludo y prosa; Jorge Chang, poesía; Silvia Iris: prosa; Pedro Girón, cuento. Floricel Santizo, poesía; Ricrdo Sosa, canto; Enrique Orozco, cuento; Liliana Nolasco, poema; Oscar Sumuano, narrativa; Enrique Guzmán, música, Víctor Hugo Roblero, prosa, y otros literatos.

Un detalle muy bonito fue el regalo consistente en un regio y simbólico bastón de mando por parte de Hugo Roblero y Esdrás Camacho, maestros de Motozintla a nuestro cuentista Enrique Orozco, dicho bastón tallado en finas maderas con grabados esotéricos y magistrales.

Casi a mitad de dicha velada, alguien tuvo la buena idea de programar variados bailables allí mismo, jóvenes que despertaron la admiración del público; había que ver el vigor, el ritmo y la habilidad para dar esos pasos de baile; según pude percibir, dos grupos fueron al estilo chiapaneco, y otro al regiomontano.

Después de terminar los bailables y esa bella velada literaria, me encaminé hacia los negocios con la idea de comprar los tamales de mango; mas, para mi sorpresa, de la dos grandes ollas que vi repletas, ya no había ni un tamal, quizá porque estos alimentos resultaron una novedad entre la gente. Con la idea de comprar mangos, caminé unos pasos y al ver un puesto con una rica variedad de ese fruto, mis viejos ojos se agrandaron ante esa belleza, pues estaba mirando los diversos tamaños, clases y colores de mi fruta preferida. Allí tuve la agradable sorpresa que me brindaron los buenos amigos M.c. Víctor Palacios Martínes y el Ing. Bernardi!o Ribai Pérez, quienes me obsequiaron una buena porción de mangos de buena clase (un oro, un manila, un papayo, un diplomático y otros), estos dos señores forman parte de INIFAP (instituto nacional de investigaciones forestales, agrícolas y pecuarias) del campo Experimental Rosario Izapa. Muchas gracias para esos dos buenos amigos.

En mis haberes literarios he bosquejeado unos dos y he formado otros tres poemas referentes al mango, tal como el siguiente:

 

 

MANGO ATAÚLFO

 

Escribe Carlos R.Sumuano

 

Aquí hay un árbol tan maravilloso,

es el mango que en esta tierra abunda

y tenemos la idea más profunda

que el fruto de ese árbol es sabroso.

 

Una variedad de esa buena fruta

es el precioso mango de ataúlfo,

bien nacido aquí en mi Soconusco,

con un sabor que tanto se disfruta.

 

Un mango que nació por el injerto,

gracias a un hombre de perseverancia,

con estudio y trabajo en la sustancia,

quizá en el albor de un humilde huerto.

 

Mango ataúlfo de los grandes goces,

de color amarillo toda piel,

su pulpa anaranjada como miel,

un sabor del ¡néctar de los dioses!

 

 

 

 

26/04/2024