La devoción religiosa en Quintana Roo, un mosaico que va del culto a la Cruz Parlante al de la Santa Muerte
Quintana Roo es la entidad de la península de Yucatán con el mayor número de personas que profesan una religión distinta a la católica, conforme cifras del censo de 2020, más de 376,000 personas tienen otras creencias, lo que representa un aumento de 64.03 por ciento respecto a las cifras de la década anterior, reportadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
En ese tenor, la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), organizó el conversatorio “La estructura y la religiosidad popular en Quintana Roo”, con la participación de los antropólogos sociales Alberto Rodríguez Robles, Karina Rivero Cisneros y Antonio Higuera Bonfil, quienes abordaron el mosaico religioso en la entidad, yendo de la resistencia del culto a la Cruz Parlante a la emergencia de otras creencias, como la veneración a la Santa Muerte.
Sobre la iglesia maya tradicional y su organización teocrática-militar entre los mayas macehuales, el investigador del Centro INAH Quintana Roo, Alberto Rodríguez, comentó que, en 1901, cuando el ejército federal tomó la ciudad sagrada de Noj Kaj Santa Cruz Baalam Naj, hoy Felipe Carrillo Puerto, además de este, ya estaban definidos otros dos centros de poder y culto a la Cruz Parlante: Tulum y Chumpón.
Las primeras dos décadas del siglo XX, dijo, fueron difíciles para los soldados mayas milperos, puesto que el cese de los ataques de los mayas rebeldes a posiciones fronterizas yucatecas dejó de aportar recursos mediante la obtención de botines; asimismo, el intercambio comercial con la colonia inglesa de Belice fue interrumpido por la aduana establecida en la desembocadura del río Hondo, y la posterior fundación de la población de Payo Obispo.
En el conversatorio, realizado en la 35 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia, abundó que, sin pólvora y pertrechos militares para continuar la resistencia, aunado a un acentuado debilitamiento, y al no contar con los recursos de los líderes de antaño, el culto a la Cruz Parlante fue el único aliciente para defender el magro territorio que les quedaba.
Rodríguez Robles explicó que la iglesia maya tradicional comprende tanto los ceremoniales de origen católico dentro de los templos, el sistema de guardias simbólico-militar, originado en la Guerra de Castas, y rituales agrícolas o del monte, de origen prehispánico.
“Si bien, la Santísima Cruz captó la atención y devoción de los mayas de la segunda mitad del siglo XIX, en las siguientes centurias ha tenido que convivir con procesos de cambio, como la llegada de extraños para la explotación del chicozapote, del ejido, de la escuela primaria, las iglesias evangelistas, la construcción de vías de comunicación y, ahora, el turismo y el internet.
“Pese a ello, hoy en día, el culto sigue vivo y existen cinco centros ceremoniales: en Tulum, Chumpón, X-cacal Guardia, Chancah Veracruz y Cruz Parlante, en Felipe Carrillo Puerto”.
En ese sentido, la también investigadora del Centro INAH Quintana Roo, Karina Rivero Cisneros, presentó el documental La música de la guerra y de los dioses (2012), el cual registra las experiencias de intérpretes de la maya pax, un género musical que ha persistido más de 150 años, y es parte del sistema de cargos y estructura social de los mayas macehuales.
Entre dinámicas sociales y económicas fluctuantes, dijo, “desconocemos cómo estas podrán afectar una música que se produce en la historia, se recrea en las comunidades y forma parte del equipaje imaginario de los migrantes que recuerdan los acordes del violín, y el redoble de la tarola y la tambora”.
Por último, el profesor-investigador de la Universidad de Quintana Roo, Antonio Higuera Bonfil, hizo hincapié en que la entidad es pluricultural, y ejemplo de ello son las decenas de idiomas que se hablan o las diversas creencias que se profesan en ella, caso del culto a la Santa Muerte, cuya concepción es incluyente, es decir, acepta manifestaciones de otras religiones.
Relató que el altar doméstico es el espacio por excelencia de esta devoción, y él ha tenido la oportunidad de registrar algunos en ciudades fronterizas con Belice, como Chetumal, Subteniente López y Poblado Sabidos, pero también en la zona norte, en Tulum, donde, “a diferencia de los otros lugares, donde la Santa Muerte se concibe como un ángel, acá se le considera como la expresión de una serie de deidades prehispánicas.
“Lo que no tenemos es una sola ritualidad, una sola liturgia. La dinámica religiosa en Quintana Roo es contrastante, y eso lo constatamos en el trabajo de campo, en cuanto a la presencia de iglesias cristianas, no católicas, que hacen un escenario vasto”, concluyó.