¿Cómo traducir inversiones en bienestar real?
Columna de Opinión Por: J. Eduardo Pineda Arenas
En las últimas semanas hemos hablado sobre la importancia de las inversiones estratégicas en infraestructura, conectividad y desarrollo social para garantizar un Chiapas próspero. Sin embargo, hay una pregunta que debemos responder con seriedad y compromiso: ¿cómo aseguramos que estas inversiones realmente beneficien a cada ciudadano y no se pierdan en el camino de la burocracia, la corrupción o la falta de seguimiento?
El reto no es solo construir puentes, carreteras, satélites o redes ferroviarias; el verdadero desafío está en garantizar que estas obras se traduzcan en bienestar tangible y sostenible para nuestras comunidades. Porque las inversiones no valen por sí mismas; valen por el impacto positivo que generan en la vida de las personas.
Transparencia: el pilar de la confianza
La clave para que las inversiones sean efectivas radica en la transparencia. Cada peso invertido debe ser monitoreado y auditado con rigor. Los ciudadanos, como mandantes, tenemos derecho a conocer el destino de nuestro dinero, y el Estado, como mandatario, tiene la obligación de rendir cuentas claras. Esto no solo evita malos manejos, sino que también fomenta la confianza y el compromiso de todos los sectores involucrados.
Un ejemplo claro de esta necesidad es el gasto en infraestructura: no basta con construir; es indispensable que las obras sean de calidad y diseñadas para durar décadas, no apenas unos años. Los proyectos deben incluir mecanismos de mantenimiento preventivo y correctivo desde su planeación, asegurando su funcionalidad y optimización a largo plazo.
Sostenibilidad: pensar en el futuro
Un desarrollo que no cuida el medio ambiente ni se proyecta para el largo plazo está condenado al fracaso. Las inversiones deben alinearse con principios de sostenibilidad, respetando nuestro entorno natural y cultural. Por ejemplo, en la construcción de infraestructura, el uso de materiales reciclables y tecnologías limpias no solo reduce costos a largo plazo, sino que también preserva nuestro patrimonio natural para las generaciones futuras.
Además, la sostenibilidad social es fundamental. Las inversiones deben ir acompañadas de programas de capacitación para que las comunidades sean partícipes activas de estos proyectos. Si formamos a nuestros jóvenes en las habilidades que el mercado necesita, les estaremos dando las herramientas para convertirse en los principales beneficiarios del desarrollo.
Gobernanza participativa: decisiones desde la base
Para que las inversiones sean realmente efectivas, los ciudadanos deben participar en las decisiones clave. Los gobiernos suelen diseñar proyectos desde un escritorio, desconectados de las necesidades reales de las comunidades. Esto debe cambiar. La gobernanza participativa, donde los ciudadanos tienen voz y voto en la definición de prioridades, asegura que las inversiones respondan a las necesidades locales y no a intereses políticos.
Un buen ejemplo es el desarrollo de conectividad digital. Si se consulta a las comunidades, sabremos que no solo necesitan acceso a internet, sino también formación para aprovecharlo al máximo. Un estudiante con internet de alta velocidad puede acceder a educación en línea, mientras un agricultor puede encontrar mejores mercados para sus productos. Pero para que esto suceda, debemos escucharlos.
La métrica del impacto: medir para mejorar
Finalmente, debemos medir el impacto de cada inversión. ¿Cuántas familias mejoraron su calidad de vida gracias a un proyecto? ¿Cuántos empleos generó una obra de infraestructura? Estas preguntas deben responderse con datos concretos, y las políticas públicas deben ajustarse en función de los resultados.
Un pacto por el impacto
Es el momento de construir un pacto social que trascienda administraciones y partidos políticos. Este pacto debe garantizar que cada peso invertido genere el máximo beneficio para las comunidades, que se prioricen las necesidades más urgentes y que las soluciones sean sostenibles a largo plazo.
El progreso no se mide en kilómetros de carreteras ni en metros cúbicos de concreto, sino en vidas transformadas.
En nuestra próxima columna, exploraremos cómo este modelo de desarrollo puede replicarse en diferentes sectores, desde la agricultura hasta la tecnología, asegurando que todos los chiapanecos puedan ser parte de este cambio histórico.