MONTALVO

TRADICIÓN Y CULTURA DECEMBRINA

AL SUR CON MONTALVO


Querida Ana Karen: Las fiestas decembrinas llevan aroma de frutas, colación y ponche; son fiestas de color y sabor con una piñata rellena de guayabas, caña y jícama; naranja, cacahuates y tejocotes.

Una de las celebraciones de mayor colorido y sensaciones que hacen de diciembre un mes especial en este solsticio de invierno del hemisferio Norte.

Diciembre es liturgia mezclada entre ritos sagrados, sincréticos y profanos; celebración religiosa y fiesta popularpara recordar, desde la tradición Cristina, el difícil peregrinar de María y José viajando de Nazareth hacia Belén en busca de una posada escapando de la ley de Herodes.

Diciembre da motivos para reafirmar la buena vecindad, para acercar a la familia y fortalecer la convivencia entre conocidos y desconocidos. En diciembre, Comitán brilla intensamente y la gente con ella.

Las luces decoran los parques y calles. Diciembre congrega a los vecinos para repartirse las fechas donde cada grupo organiza su propia posada a la que todos los demás están invitados. La primer posada del 16 es de verdadera algarabía. Los invitados se empiezan a congregar en la casa del anfitrión. La doña, porque siempre hay una doña que todo lo organiza dispone lo necesario para la celebración, dicta instrucciones a diestra y siniestra. Los demás, sólo obedecen.

Un niño pequeño vestido como ángel es seguido por los niños que llevan las figuras de Maria y de José. Los muchachos y las muchachas visten trajes de plata y oro para encabezar la procesión a la que se suman los adultos y los músicos.

Con cánticos melodiosos inician la liturgia alrededor de la calle hasta llegar a la casa huésped. La procesión avanza lentamente en medio de las calles oscuras apenas iluminadas con las velas que cada uno lleva encendida para guiar el camino hacia Belén.

Al llegar a la casa el grupo se divide en dos. Los que han quedado fuera de la casa solicitan posada mediante una letanía en la que todos hacen coro. De pronto, la puerta se abre, la gente irrumpe y los rezos del novenario inician con toda devoción. Quienes no son creyentes aguardan pacientesy respetuosamente a que termine la liturgia conducida por la más devota de las señoras. Con la invocación de un amén da inicio la diversión.

Las posadas son villancicos, letanía y liturgia. Son las velitas derritiéndose en las manos inquietas de los chiquillos ante la mirada de las madres quienes se lo toman más en serio.

Diciembre son piñatas de barro o cartón formando la estrella de Belén, serpentinas, confeti, heno, luces multicolor y esferas; árboles de Navidad, cánticos alrededor de la piñata, sonrisas de alegría, ojos vendados y un palo que provoca laalgarabía al amenazarlos con su cercanía.

Dos, tres o más piñatas elaboradas por los propios vecinos; podrán quebrarse cada noche. Los niños se lanzan al suelo en busca de la fruta o los dulces desparramados al hacerseañicos la piñata.

Diciembre, sin embargo, también ha pervertido su sentido original. El consumismo y la publicidad han desviado el sentido del amor, la caridad y la espiritualidad a cambio de productos costosos, juguetes de moda que pronto pasan a la basura y el chantaje presente en el mensaje: “si lo amas demuéstraselo con un regalo”. Lo terrible es que la gente caiga en este chantaje maléfico y prefiera endeudarse antes de ser censurada por no obsequiar nada.

Diciembre es también un mes frívolo, lleno de ocio, alcohol, regalos que no denotan sino compromiso obligado, fiestas sin fin, nostalgias, tristezas y mezquindades que hacen más notoria la opulencia y la miseria en las ciudades.

Diciembre es un mes comercial, vacacional y de descanso. En ello, no existiría nada de malo de no ser porque la tradición se desvirtúa, se manipula y se emplea para inducir al consumidor a devorar los centros comerciales como si esa acción fuera grata a Dios.

Festejar y regalar es un acto de generosidad que siempre se agradece, pero hacerlo por obligación o en nombre de Dios, es cinismo puro. ¿Sabes? No existe un comercial publicitario que no explote esa parte ñoña llena de sensiblería barata que mueve a la gente a consumir de inmediato. Y lo peor, es que la gente se lo cree.

Lo que fue opulencia durante muchos años donde los regalos abundaban, se transformó en intercambio de regalos para economizar. Hoy, prácticamente tendrían que pasarse de mano en mano el mismo regalo para terminar devolviéndolo a la tienda, así como está la situación. Lo grave de asociar el amor al regalo, aunque no lo creas, es que la gente sufre por no tener dinero para un regalo de Navidad como si eso fuera lo importante del amor. Recuerdo aquel anuncio que decía: “regale afecto, no lo compre”.

De pronto, diciembre dejó de ser el décimo mes para convertirse, gracias a Julio Cesar y Augusto, en el duodécimo mes del año. Como occidentales vivimos dos eras: la “ab urbe cóndita”! que inicia con la fundación de Roma y la «ab incarnatione Dómini», a partir de la encarnación del Señor que propuso el monje Dionisio el Exiguo en el año 527. En el año 607 se fija la fiesta de la Anunciación el 25 de marzo (y por tanto, la Encarnación); más tarde, en el año 753 “ab urbe cóndita”, se desplaza la fecha hacia el 25 de diciembre y el 1° de enero.

Este diciembre, hagamos un recuento de los días y los meses, de los anhelos y los logros, de los pendientes por realizar y aquellos que dejamos en el camino.

Renovemos los deseos legítimos, no las ambiciones mezquinas ni el afán de consumir por presumir; sigamos caminando con los pies en el presente y la mirada hacia el horizonte.

Este mes de diciembre como otros antes, tú y yo nos sentaremos frente al mar para darle cuenta al Universo de nuestros actos; para pensar en nada; para dejar que el espíritu que nos invade libere su vuelo hacia esas metas que deseamos conquistar en año nuevo. Apartemos de la mente y del espíritu todo afán perverso y mantengamos en el corazón el deseo de trabajar por uno mismo, por la familia y los demás.

Este diciembre tendremos que hacer una larga lista para dejar de ser menos imperfectos el próximo año y en ese afán; recolectaremos algunos granos de arena; y con una sonrisa,te los obsequiaré como regalo de Navidad, porque aportar un grano de arena a este mundo, también es una cuestión de amor.

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