MONTALVO

ENCUENTRO EGREGIO CON SIMONE DE BEAUVOIR

AL SUR CON MONTALVO

Querida Ana Karen,
Este ejercicio lúdico de intercambiar diálogos con personajes célebres a través de sus ideas, frases y conceptos expresados en sus libros, entrevistas, periódicos y otras fuentes, nos motiva a profundizar en el conocimiento de la obra y vida de los grandes creadores y pensadores.

ENCUENTRO EGREGIO CON SIMONE DE BEAUVOIR
Observo a Simone mirándose al espejo. Encuentro en ella, lo femenino y lo feminista; la contundencia de su narrativa y sus propias dudas y contradicciones. —¿Qué es la otredad, Simone?, le pido que me explique. Detiene su cepillo, se gira y mirándome a los ojos, responde.

—La otredad esencial de la mujer ha significado que ésta no se perciba como un “yo” auto determinante, como ocurre con el hombre, sino que se vea a sí misma como un objeto que debe ser definido y ordenado en relación a objetivos exteriores, siendo tal la situación de otredad que esto ha acontecido desde el período del “matriarcado”, donde la mujer figuraba para el hombre como un “otro” absoluto, como expresión mística de la tierra dado su poder de generar vida, lo cual no significa más que resaltar su función maternal y anclarla a ella, perdiéndose la posibilidad de desarrollar otras facetas e impidiendo ser vista como un semejante para el hombre, pues como madre-diosa de la tierra “su potencia se afirmaba más allá del reino humano”, por lo cual, la mujer se encontraba más allá de la sociedad, lo que  implica no poder actuar activamente en el mundo, a no ser pasivamente como madre.

—Pero, tú no fuiste madre, Simone, —replico.

—Parí libros y mimé con amor maternal a Jean Paul… y adopté una hija. ¿para qué más?

—Tú y Jean Paul Sartre vivieron unidos hasta la muerte aunque separados, cada quien en su departamento en una relación abierta. ¿Sabes Simone?, algo me parece curioso, tú mueres un 14 de abril, Jean Paul el 15 de abril y el amigo de ambos, Jean Genet a quien le dedicó la obra Saint Genet, comediante y mártir, muere un 15 de abril. Incluso, César Vallejo muere también un 15 de abril en un viernes santo de aguacero del cual ya guardaba memoria. ¿Se trata de una casualidad?

Simone me responde con cierto enfado, —Guiyermo, sabes bien que desde mi adolescencia me declaré atea y me rebelé contra mi familia evitando hablar de temas religiosos. Las fechas de nuestras muertes nada tiene que ver con nuestras ideas, son fortuitas.

—No te enfades Simone, era sólo algo que siempre me ha revoleado al coincidir las fechas. Háblame de tu postura como mujer y feminista.

—Como filósofa y existencialista, siempre luché contra las injusticias de género. Luché por la la igualdad de las mujeres, la emancipación y su papel en el hogar, fue algo en contra de las convenciones de mi época. Por ello, firmé el Manifiesto de las 343 donde reclamamos el derecho al aborto.

—Simone, una de las aspiraciones de cualquier persona es la libertad; sin embargo, al ejercerla se paga con la censura y rechazo de la gente, el aislamiento, la soledad; en fin, no es fácil ser libres como lo fueron tú y Jean Paul.

—Considero, Guiyermo, que el ser humano no es una esencia fija, sino existencia, proyecto, trascendencia, autonomía y libertad. La existencia de los demás es una oportunidad para dar sentido a lo que hacemos y a lo que somos. Si no elegimos lo que deseamos ser y hacer, es renegar de la libertad. El patriarcado es la causa de muchas desigualdades sociales y contra eso, escribí el Segundo Sexo.

—¿Dónde conociste a Jean Paul?

—Nos conocimos en la École Normale Supérieure donde estudiamos de 1924 a 1929. Nuestra relación fue muy diferente a lo acostumbrado en aquella época. Ambos, vivimos una relación abierta. Para Jean Paul fui su amor necesaria; cualquier otra amante que se cruzara en su calzada era contingente. Nos amamos en cuerpo e ideas; nos amamos entre letra y discusiones profundas. Jean Paul jamás publicó algo sin consultarme antes.

—Cuando Jean Paul muere en 1980, dijiste que desde tu decisión de estudiar matemáticas, filosofía y formación literaria y no tener hijos se debía a esa necesidad de vivir en liberad. ¿A que te dedicaste antes de morir en 1986 a los 78 años?

—Durante esos 6 años, entre su muerte y la mía, reflexioné sobre nuestra vida y por ello, le escribí la CEREMONIA DEL ADIÓS acompañada de mi hija adoptiva Sylvie Le Bon-de Beauvoir. Ella tenía 19 años cuando la adoptamos, cuidamos y criamos desde 1960. En 1980 la adopté legalmente y la nombré heredera universal. A Sylvie le dediqué mi libro “Todo lo que se ha hecho”

—La obra de la filósofa Sylvie debe leerse con muchas entrelíneas; en sus libros se refleja tu influencia, Simone y la de Jean Paul.

—Así es, ella publicó en su libro Lettres à Sartre una antología de las cartas que cruzamos Jean Paul y yo. Además, escribió: Cartas a Nelson Algren; Correspondance croisée (Simone de Beauvoir y Jacques-Laurent Bost ); Anne, ou quand prime le Spirituel (reedición de la primera novela de Simone)

—Simone, tu afirmas que es mediante el trabajo como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa”, pero ellas siguen enfrentándose al acoso.

—Guiyermo, “El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres; recuerda: Una mujer libre es justo lo contrario de una mujer fácil. No se nace sino que se deviene mujer”

—Te pregunto Simone, una mujer, ¿qué tan fácil puede lograr su libertad?

—“EL DÍA QUE UNA MUJER PUEDA NO AMAR CON SU DEBILIDAD SINO CON SU FUERZA, NO ESCAPAR DE SÍ MISMA SINO ENCONTRARSE, NO HUMILLARSE SINO AFIRMARSE, ESE DÍA EL AMOR SERÁ PARA ELLA, COMO PARA EL HOMBRE, FUENTE DE VIDA Y NO UN PELIGRO MORTAL. EL FEMINISMO ES UNA FORMA DE VIVIR INDIVIDUALMENTE Y DE LUCHAR COLECTIVAMENTE”.
Simone termina de arreglarse, se viste y antes de salir de casa, toma un paquete de panfletos para repartir en las calles. En el umbral de su departamento, me repite:

—“La humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en sí misma, sino con relación a él; no la considera como un ser autónomo”. Pero ten presente algo, “Nadie es más arrogante hacia las mujeres, más agresivo o desdeñoso, que el hombre que se siente ansioso respecto a su virilidad. Las mujeres deben comprender que el opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos.

—¿Quieres decir que también hay mujeres oponiéndose a las mujeres?

—Lamentablemente, sí. Tú que vives en el Siglo XXI llévales mi mensaje: Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que sea la libertad nuestra propia sustancia. Porque como tú dices, esa es una cuestión de amor.

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