MONTALVO

LOS COLUMNISTAS

Querida Ana Karen,

El columnista observa con mirada crítica; lee las noticias del día o las escucha en la radio, en la calle o en alguna cafetería, conectado a la Internet. Busca los datos, la información y hasta las estadísticas para soportar sus opiniones. Algunos recurren a las entrevistas con especialistas sobre el tema que desea abordar, e incluso la confronta bajo otras versiones.

Este género periodístico surgió en 1870 con la prensa liberal de Inglaterra y pasó, de recoger la opinión pública a transformarla en opinión publicada en espacios especialmente dedicados a la narrativa y análisis de los columnistas. Poco tiempo después, se generalizó en Estados Unidos y poco a poco, se adentró en las páginas de los periódicos de Europa y Latinoamérica.

Cada columnista se apropia de uno o varios temas afines, aunque hay quienes escriben un poco de todo. La política, economía y la sociedad, quizá sean de los temas más socorridos por la magnitud de los acontecimientos diarios.

En este devenir, los columnistas se apropian de una voz singular donde sus textos identifican con facilidad a sus autores. Y como en la viña del Señor, los hay liberales, conservadores, conciliadores e incluso, algunos quienes escriben por encargo generando tendencias o críticas sean positivas o negativas. El blanco favorito de muchos son los políticos, los gobiernos, partidos políticos y personajes públicos controvertidos.

Algunos columnistas escriben desde sus posturas ideológicas razonando cada palabra e idea antes de ser difundida. Esta postura ante la ética periodística les brinda credibilidad, prestigio y hasta grandes ganancias cuando su nombre es sinónimo de ventas.

Un buen columnista observa, nunca deja de observar, y desde ahí investiga y contrasta las noticias y toda la información a su alcance. Recurre a la historia, a la opinión de otros; reflexiona de forma objetiva y subjetiva desde su propio criterio. Su opinión es algo personal lo cual es un privilegio porque no se apega al relato de los hechos como un reportero ni como un periodista fiel a sus fuentes donde la objetividad y la verdad son los principios éticos del reportero.

Los lectores, revisan rápidamente las noticias del día y de inmediato recurren a la opinión de los columnistas sobre los aspectos más importantes generando debates orientados a esclarecer la verdad detrás de los hechos porque la propaganda y publicidad gubernamental crea escenarios distintos a la opinión pública. La noticia informa, la columna analiza, argumenta, razona y opina.

Con el tiempo, las columnas políticas se extendieron a la vida cultural y a los estilos de vida de la sociedad enfocando tendencias, modas, hábitos, movimientos sociales dándoles visibilidad a todo aquello que pasaba desapercibido para el lector común.�

En la historia del periodismos mundial, mexicano y chiapaneco, los columnistas se caracterizan por crear opinion pública, debate y hasta confrontación, porque el columnista emite su punto de vista particular sobre uno o varios temas firmando sus artículos y veces, tras el seudónimo que les dio fama.

El tono humanista adoptado por los columnistas suele conectar con sus lectores afines a su pensamiento. Los columnistas escriben desde la creación literaria cuando le dan color al relato; recurren al sarcasmo, la ironía y el humor, ya sea ocasionalmente o como un estilo propio.

Los periódicos pioneros en la inserción de páginas de opinión desplazaron sus competidores quienes se vieron en la necesidad de contratar articulistas y con ello, incrementar sus paginas y ventas. Hay articulistas quienes seducen con la palabra y se les lee por esa técnica finamente pulida, más allá de los que opinan en realidad. De ahí, que los editores procuran darle un diseño particular a las páginas de los columnistas.

Hoy, se reconoce la pluma de grandes columnistas como Carlos Ramírez , Manuel Buendía, León García Soler, Miguel Ángel Granados Chapa, Ricardo Alemán, Carlos Ramírez quienes destacaron desde las páginas del periódico Excélsior en la década de los años 60, convirtiéndose en su referente y sensor del acontecer diario con análisis profundos y severas críticas al régimen en turno. Se erigieron en la voz del pueblo como un contrapeso al autoritarismo. El poder de la prensa creció directamente proporcional a la influencia ejercida por sus columnistas. Este contrapeso llego a influir en las decisiones de los gobernantes.

Durante el régimen de Miguel Alemán hasta Adolfo López Mateos, el periodismo fue cooptado por el gobierno; los columnistas se dedicaron a ensalzar las acciones de los mandatarios creando corrientes de opinión favorables sin investigaciones previas. Esta práctica nada ética, tuvo varios efectos nocivos: el pago por escribir bajo encargo trajo como resultado el famoso “chayote” con lo cual, algunos editores redujeron costos al permitir que sus periodistas recurrieran al embute, la extorsión o el silencio como un medio para obtener ingresos, muchas veces superiores al sueldo de la editorial. Un libro sobre estudios de comunicación y medios de la Universidad Rey Juan Carlos agrega que el embute también implica «callar información que incomoda a las autoridades”.

Para Buendía, “La creación de la columna como necesidad social en México pretendía nutrir y profundizar la cultura en el país, además de fomentar y crear nuevas expansiones sociales y políticas. Esta forma de escribir busca el equilibrar fuerzas sociales y darle voz a los que no tienen y responder a la defensa de un proyecto democrático y justo de desarrollo”.

Cada columnista se especializa en uno o varios temas, cada uno con su estilo; algunos adoptan la crónica para expresar sus opiniones; otros, recurren a las de donde obtienen la información de viva voz que posteriormente analizarán y hasta confrontarán con otras versiones. Hay quiene se apegan al relato de color reflejando situaciones sociales con una fina narrativa casi literaria y quizá hasta poética.

La columna, a diferencia de la noticia, el boletín de prensa o la nota pagada, no se ajusta a la presión de u cierre de edición donde la oportunidad es importante. La columna puede publicarse en cualquier momento y su carácter la convierte en atemporal, en documento de consulta para estudiosos y para quienes preparan sus ensayos académicos citando al articulista como fuente imprescindible.

Cada columnista elige entregar sus colaboraciones diariamente, semanal y hasta mensualmente. Pero, por lo general, los más prestigiados medios eligen a los mejores columnistas estableciendo convenios de colaboración.

Como sea, el oficio de un columnista exige seriedad y apego a la verdad para conectar con sus lectores; como en todo, la palabra final la tendrá el lector quien juzgará las opiniones de los columnistas. Algunas personas sueles decir, no me agrada lo que escribe, pero me gusta como lo dice. En fin, el único compromiso de un columnista es cumplir seria y responsablemente con la sociedad a la que sirve como una cuestión de amor.

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